¿Sabías que Benedetti, después de terminar de escribir su tan afamado libro La tregua, dejó salir a la luz un poema llamado…?
Última noción de Laura
Usted Martín Santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
todavía muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza.
Usted Martín Santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
porque me estoy muriendo Santomé
usted claro no sabe
ya que nunca lo he dicho
ni siquiera
en esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme
usted Martín Santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando
la incógnita del miedo
no sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así.
usted martín santomé no sabe
qué bien, que lindo dice
avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor
usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo
usted Martín Santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal portazo
es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted
quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo
Santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada
usted
Martín
Martín cómo era
los nombres se me caen
yo misma me estoy cayendo
usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da.
El hombre común de La tregua es Martín Santomé, este libro es el diario que él comienza a escribir un 11 de febrero a escasos meses de que se cumpla el plazo para su jubilación. Santomé ronda los 50 años, su esposa Isabel murió al dar a luz a Jaime, el tercero de sus hijos, dejándolo viudo muy pronto; para el momento en que escribe este diario, Jaime y sus otros dos hijos, Blanca y Esteban, son ya mayores y su relación con ellos está plagada de fricciones. Este hombre ha llegado a la mitad de su vida entregado a su empleo de oficina y a su familia, hace cinco años que lleva la cuenta del tiempo que falta para su retiro, pero ahora de cara al cumplimiento de ese plazo le sobreviene una crisis existencial: ¿por qué anhela el ocio?, ¿qué hará con ese tiempo libre?, ¿es que acaso alguien de su edad puede entregarse a sueños y ambiciones que son propios de la juventud?
La tregua suele leerse en clave de historia de amor y es que a este hombre que se ha desahuciado a sí mismo le ocurre lo inesperado: entre los nuevos empleados que llegan a su oficina aparece la joven y bella Laura Avellaneda, tiene la mitad de su edad y podría ser su hija, pero rápidamente inician un romance; sin embargo, el bálsamo del amor no dura demasiado, algo que Santomé interpretará como parte de su desgraciado destino.

La versión cinematográfica que realizó el argentino Sergio Renán en 1974 y que compitió por el Oscar a mejor película extranjera en 1975 con Amacord de Fellini, retrata especialmente este aspecto de la novela (dato curioso es que a Bendetti no le gustó este filme del todo).
Cierto, el amor es la gran tregua, ¿pero ante qué, con qué o con quién? Mario decía que lo que a él le importaba en su narrativa eran las relaciones entre las personas y de entre todas, la que más, el amor. Martín es un hombre crítico de la estructura laboral en la que está inserto y de la política de su país, precisamente por eso teme convertirse en un viejo ridículo, en un personaje risible, comprende muy bien que no podrá escapar de la vejez o de la muerte, que igual el mundo seguirá su giro de engranajes perfectamente dispuestos, que no hay salvación, que el combate diario contra la hostilidad del mundo es una guerra a muerte, no hay forma de ganar, pero a veces se pueden suspender los ataques por breves momentos: esos en los que el amor permite escapar de la fatal linealidad del tiempo.
More Stories
La tregua, Mario Benedetti